lunes, 5 de diciembre de 2011

A MI MADRE

Hoy empecé a pensar y me di cuenta:
Nunca te he dedicado ningún verso.
Jamás se me pasó por la cabeza
escribirte un romance o un soneto.
No sé. Estabas ahí y yo suponía
que era lo natural y lo correcto.
Habías estado siempre, simplemente,
como está el sol, la nube o el océano.
¿Cómo iba a imaginar que me faltaras,
que dejaras de estar, por un momento,
en tu sitio, en tu casa, entre nosotros,
enseñando a ser joven a tus nietos?
Y ahora que no tú estás, ya ves, ahora
es cuando yo te empiezo a echar de menos
y siento que me falta como el aire
y noto que me duele algo en el pecho
y quisiera escucharte una palabra
y lo único que oigo es el silencio.
Un  dolor inefable testifica
la oquedad y el vacío de estar huérfano,
porque quisiera hablarte y abrazarte
y por más que te busco no te encuentro.
Hoy he vivido, de verdad, tu ausencia.
Hoy siento, de verdad, que te me has muerto.

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