viernes, 24 de febrero de 2012

DEL DICHO AL HECHO

Cuenta un conocido chiste que un señor se murió y, cuando llegó el momento del juicio final para decidir cuál sería su destino para toda la eternidad, se le ofreció la oportunidad de visitar el cielo y el infierno para que pudiese optar por uno u otro con conocimiento de causa. Así lo hizo. Fue en primer lugar al cielo, en el que encontró un ambiente plácido y beatífico pero bastante soso y anodino. Posteriormente se trasladó al infierno y allí fue recibido con una gran fiesta en la que no faltaban los más exquisitos alimentos ni los más afamados vinos y licores así como la compañía de las más bellas señoritas. Lógicamente, el hombre eligió la segunda de las posibilidades. Pero, cuando, una vez firmado el compromiso que lo vinculaba a ser un inquilino eterno, llegó por segunda vez al averno, se encontró con una situación totalmente aterradora. Donde antes todo había sido halago, festejo y risa, ahora reinaban los tormentos más horrendos y crueles. Extrañado preguntó al diablo cuál era la causa de ese cambio tan drástico. Y el diablo le respondió con una maquiavélica sonrisa: “Cuando viniste la primera vez estábamos en campaña electoral. Ahora ya has votado.”
            Puede que el chiste sea un poco largo y haya ocupado más líneas de las deseadas, pero creo que describe perfectamente la situación que vivimos los ciudadanos cada vez que pasamos por las urnas y, más concretamente, la que estamos padeciendo en la actualidad.
            Ninguna de las promesas electorales del señor Rajoy se está cumpliendo: los impuestos han subido, el paro sigue en un alarmante y angustioso ascenso, la crisis tendrá que esperar no sé cuántos años más para abandonarnos, los trabajadores estamos viendo recortados nuestros derechos de una manera tajante y despiadada, la bolsa se hunde mientras la dichosa prima de riesgo se encarama a los puestos más altos…
            Para colmo, estamos asistiendo en los últimos días a unas actuaciones policiales, para hacer frente a las manifestaciones estudiantiles de Valencia, que nos recuerdan una época que parecía definitivamente erradicada.
            Cuando escribo estas líneas leo en la prensa la siguiente noticia: El gobierno central va a retrasar, hasta después del veinticinco de marzo, la decisión que adoptará con respecto a las oposiciones de enseñanza secundaria, convocadas por la Junta de Andalucía, para no perjudicar los resultados electorales que pueda tener el señor Arenas. Con el consiguiente desprecio y falta de sensibilidad que esto supone para con los miles de opositores que llevan, como mínimo, varios meses preparándoselas. Es decir, más de lo mismo.
            Nos prometieron una rápida solución de la crisis y resulta que estamos más metidos en ella. Nos aseguraron medidas justas y proporcionadas y vuelven a tocarnos el bolsillo a los de siempre. Nos convencieron de que el paro iba a comenzar a descender y ahora nos pronostican que va a aumentar hasta llegar a los seis millones. Y así nos ha pasado como al del chiste, que le prometieron el paraíso y se encontró de boca y sin ninguna posibilidad de rectificación con el más terrible de los infiernos.
            Ya sé, como sabemos todos, que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Pero me parece que el primer tropezón está muy reciente para que se nos olvide el dolor que nos está produciendo y queramos volver a pasar por el mismo sitio. Aunque, a decir verdad, viendo lo que hasta ahora nos ha ofrecido el otro camino, lo que nos pide el cuerpo es no movernos de casa. O elegir caminos alternativos. Puede que sean menos conocidos pero a lo mejor terminan siendo más fiables y con menos piedras.