jueves, 3 de julio de 2014



El pasado día 24 se realizó la presentación de mi libro Desde lo hondo. Un libro escrito, como su propio título dice, desde lo más profundo de mis sentimientos y también desde lo más recóndito y oculto de esta sociedad: la cárcel.
El acto fue precioso. Me sentí acompañado por un numeroso grupo de personas con las que me unen el cariño y el afecto. Nunca pude imaginar un acto así en la presentación de mi primer libro. Las palabras de quienes me acompañaban en la mesa (presentador, pintor, prologuista) ensalzaron una obra que, si algo tiene de bueno, es estar escrita desde la verdad de los sentimientos.
En primer lugar, quiero destacar el poema de Rafael Alberti con el que Paco Arniz, autor de la portada del libro, cerró su intervención :

Ni barbas por dentro o por fuera.
Este es mi rostro, el mío, el verdadero.
Tengo sesenta años, sí, y los quiero
llevar como quien lleva una bandera.

Fuera más joven, y aunque no lo fuera,
cantando, como siempre, alegre, espero.
Vendrá otra edad, vendrá, pero primero
se tendrá que morir la primavera.

Tengo sesenta años. Amo al hombre,
al que en mi siglo levantó, robusto,
las rodillas y en paz abrió la mano.

Tengo fe en lo que creo, porque es justo.
Aquí lo afirmo y firmo con mi nombre:
Yo, Rafael Alberti, gaditano.

Y, entre otras muchas cosas, Felipe Ortuno, el prologuista del libro, dijo en su turno de palabra:
"Este poemario entra en las esencias del hombre, culpable o no, interesa en cuanto hombre, en aquello último que nadie puede arrebatar. Si alguien me preguntase entonces ¿cuál es el cuerpo y el sustrato fundamental de esta poesía? Yo le diría sin titubeo: el alma. Una poesía centrada en el hombre, en el universo del hombre, en el reducido universo de su celda, volando más allá de las angustias por el deseo incontenible de la búsqueda de sentido, de una libertad que va más allá de los barrotes físicos del prisionero. Juan es también un prisionero del sentido, un agónico buscador de espacios que le navegan por dentro, que le transitan por las tripas de su vida. Aquí el poeta vierte el alma, sangra vida y hace que la literatura se comprometa en ese otro espacio que supera la forma estética, tan perfecta por otra parte. Forma conformando un fondo, fondo y forma en una exquisita simbiosis de la experiencia transmitida."

Un acto, por tanto, lleno de lirismo y de "buenas vibraciones" que sirvieron para sacar a la superficie tantas y tantas cosas pensadas, sufridas y escritas "desde lo hondo".

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